El arte de gobernar sólo produce monstruos 1/3

 

1. EL PROYECTO DE GOBERNARLO TODO*

Hoy en día, cuando se pretende obligar a toda una población a inyectarse una "vacuna", no se proclama inmediatamente una ley, antes de enviar las fuerzas del orden público donde los que se resisten.

No sería moderno.

Y sería contraproducente.

Más bien, se les ofrece a los jóvenes que consienten una hamburguesa gratis en el McDonald's, o un día en el parque acuático de la región.

Se les llama para decirles que se les espera en el centro de vacunación, que su plaza está lista.

Se les extiende a los pobres un "diploma de conquistador de Covid-19" - ¡sí, sí, esto lo han hecho ya en Meaux!

Se organiza alrededor de cada uno toda una "presión social" implacable, que va desde la comedura de tarro de los telediarios hasta el cacareo de los colegas, pasando por el bombardeo de las redes sociales.

Luego, se les eructa, se les recrimina, se les amenaza de excomunión a los recalcitrantes y a los renegados.

Y para terminar, se disemina la vida de esos irreductibles con miles de pequeños impedimentos mezquinos, miles de fatigosos inconvenientes, miles de diminutas prohibiciones sin llegar, sin embargo, a acabar con ellos.

Se les sustrae imperceptiblemente de la vida social.

En resumen: se les hace desaparecer.

Por supuesto, siguen existiendo en alguna parte, como tantas otras cosas diminutas, pero ya es como si no existieran más.

Así, no se tuvo que hacer reinar la ley para imponer la norma. No se tuvo que forzar directamente a los cuerpos. Se les hizo venir a sí, "libremente". Se ha aprovechado sus necesidades, sus hábitos, sus temores, sus deseos, para conducirlos a la razón. Se ha organizado todo un "entorno favorable". Y esto no para uno u otro, sino para la población en general, y para todas las poblaciones particulares que la componen.

Esto es gobernar: actuar estratégicamente sobre los comportamientos.

"Conducir las conductas", según la expresión canónica de Michel Foucault, en la que hay que entender la metáfora del coche. Producir conductores. Y conducir conductores.

No entra nada aquí de verbal, salvo para referirse a lo no-verbal. Un poco como en la hipnosis. Por lo demás, conducir un coche, como es bien sabido, es un estado hipnótico leve.

La razón no interviene aquí como intermediaria.

Gobernar, no es hacer que la conciencia escuche a la razón para que a su vez someta al cuerpo a su ley. Tampoco se trata de hacer valer la razón.

Sólo se gobierna a los sujetos libres.

"Un individuo sólo puede ser manipulado eficazmente si experimenta una sensación de libertad". (Jean-Léon Beauvois, Tratado de la servidumbre liberal)

No constreñir los cuerpos, pues, sino que organizar más bien el entorno artificial en el que una población vive, se manifiesta y se mueve libremente.

Del mismo modo que se diseña un entorno urbano, se configura un espacio mental.

En marzo de 2010, el Instituto para el Gobierno de Inglaterra y la Oficina del Primer Ministro publican un documento que da acta de su conversión a las "ciencias comportamentales ". Lleva por título "Mindspace, influencing behaviours through public policy". Comienza así: "Influir en los comportamientos de la gente no es nada nuevo para el gobierno". En esto, gobernar hace tiempo que dejó de ser asunto exclusivo de los gobiernos, pues sus métodos han invadido el mundo. Mira la estadística -la ciencia del estado- como ha ganado todo. En el siglo XVII, William Petty contaba minuciosamente las casas de Dublín y los muertos del Hôtel-Dieu. Algunas personas hoy cuentan los pasos que han realizado durante día, y el big data te indica en tiempo real el itinerario más rápido para llegar a buen puerto. Tanto es así que actualmente es lo mismo gobernar el clima que gobernar la ciudad, gobernar la "salud global" que "los comunes". No es que el gobierno se vuelva total, es que todo debe ser gobernado.

 

Se puede hacer remontar esta forma especial de ejercer el poder al nacimiento de la economía política en el siglo XVIII. Según ella, un orden social espontáneo debe surgir de la anarquía de las libertades individuales, en virtud de la mano invisible de los mercados - ordo ab chao.

Se puede de igual modo hacerla resultar de la forma en que el management ha poco a poco sustituido, desde finales del siglo XIX, al antiguo poder autoritario, disciplinario, patriarcal por el ejercicio de un poder "blando", indirecto, influyente cuyo modelo es doméstico y que sabe mucho mejor que tú lo que es bueno para ti -como una gran madre cuidadosa. Porque hasta finales del siglo XIX, el management designa principalmente en inglés el cuidado de animales, niños y, ocasionalmente, de un negocio. No tiene ninguna connotación de disciplina violenta. Es más bien un acompañamiento preventivo del crecimiento orgánico. No es tanto dar ordenes como el hecho de velar que el orden reine materialmente, hasta el último detalle, -que todo encaje cuidadosamente, plácidamente en su sitio.

Es este campo semántico del que Taylor se aprovecha cuando escribe: "En el management científico, la disciplina es mínima [...] Este es uno de los rasgos característicos del management científica; no es la esclavitud; es amabilidad; formación". Lo que Henry Ford traduce en 1922 en estos términos: "Nuestro objetivo es conseguir que, mediante la organización material, el equipamiento y la simplificación de las operaciones, las órdenes se vuelvan superfluas". La reacción a este "orden espontáneo" era en esa época, en Ford, el apaleamiento igual de espontáneo a de cualquier trabajador que intentara organizarse sindicalmente por parte de los miles de matones recien salidos de la cárcel y

que formaban el Ford Service Department. Tirachinas, peleas, estallidos de revueltas: las formas de rebelarse contra la autoridad patronal,  todo el mundo las maneja más o menos. Pero, ¿cómo hace para rebelarse uno en el seno de una inmensa matriz sin afuera, que aplaca cualquier cosa, te asfixia y "te desea lo mejor"?

 

"¿Cómo hacer hacer libremente a la gente lo que se quiere que hagan?" Así se formula la cuestión gubernamental. Esta es la cuestión con la que todos los listillos comulgan hoy en día -el responsable de marketing con sus nudges para con el cliente, el ministro que vende su nueva reforma, el director de personal que está a punto de introducir más "agilidad" en la empresa, el comunicador, el padre moderno desbordado por sus hijos, el diseñador de aplicaciones para smartphones, el urbanista en plena "rehabilitación" del barrio, el profesional del corazón, la que sigue las reacciones de sus followers en Instagram, el que intenta conseguir el mejor precio para su scooter en wallapop o el automovilista que busca ser bien valorado por sus compañeros de viaje en Blablacar. La relación gubernamental con el mundo se ha colado por todas partes, y con ella su paradoja esencial.

 

Esta paradoja, una conversación en Nueva York en 1941 entre Mead y Bateson en una "Conferencia sobre ciencia, filosofía y religión en su relación con el modo de vida democrático" se hace explícita con una desacostumbrada claridad . "La puesta en práctica, se pregunta Mead, de una dirección definida, ¿no constituye ella misma un llamamiento al control? Y el control -el control medido, calculado, definido, el control que realmente logra sus fines- ¿no invalida por su propia existencia la democracia, enseñando a algunas personas a ejercer el control y degradando a todas las demás a la condición de víctimas de ese control? […] Al trabajar con vistas a finalidades definidas, nosotros, los especialistas en ciencias sociales, nos volvemos culpables de manipular a la gente y, por tanto, de negar la democracia". A este honesto interrogante, Bateson responde con la "sugerencia de apartar todo propósito para lograr nuestro propósito". "Estamos de acuerdo en que cierto sentido de la autonomía individual, un hábito mental de alguna manera relacionado con lo que he llamado "libre arbitrio" (free will), son esenciales en una democracia, pero no tenemos del todo claro cómo debe definirse operativamente esta autonomía. Por ejemplo, ¿qué relación existe entre la "autonomía" y el negativismo compulsivo? Las gasolineras que se niegan a respetar el toque de queda -¿demuestran o no un refinado espíritu democrático? [...] ¿Cómo maquinaríamos nosotros el laberinto o la caja de problemas para que el ratón antropomórfico obtenga una impresión repetida y reforzada de su propia libertad? [...] Al final, el conflicto en curso es una lucha a muerte a propósito del papel que las ciencias sociales deben desempeñar en la programación de las relaciones humanas. No sería demasiado exagerado decir que esta guerra conduce ideológicamente a este punto -el papel de las ciencias sociales. ¿Vamos a reservar las técnicas y el derecho de manipular a la población en beneficio de unos pocos individuos ávidos de poder, orientados en base a objetivos y planificación, para los que el carácter instrumental de la ciencia ejerce una atracción particular? Ahora que disponemos de las técnicas, ¿vamos a tratar con sangre fría a la gente como cosas? ¿O qué vamos a hacer con estas técnicas?".

El resto de la historia, y de la vida de Bateson, se ha encargado de proporcionar a estas cuestiones las respuestas que se sabe.

 

En el otro extremo de su orbe histórico, el proyecto de gobernarlo todo provoca escalofríos en palabras de Yuval Harari durante su intervención en el Foro Económico Mundial de Davos en enero de 2020: "Si sabes suficiente de biología y tienes suficiente potencia de cálculo y suficientes datos, puedes hackear mi cuerpo, mi cerebro y mi vida. Un sistema que nos entiende mejor que nosotros mismos nos entendemos puede predecir nuestros sentimientos y decisiones, puede manipular nuestros sentimientos y nuestras decisiones y puede, en última instancia, tomar decisiones por nosotros. [...] Pronto al menos algunas empresas y algunos gobiernos podrán sistemáticamente hackear a toda la gente. Nosotros los humanos deberíamos acostumbrarnos a la idea de que ya no somos almas misteriosas. Ahora somos animales hackeables". ("Cómo sobrevivir al siglo XXI")

El data scientist en jefe de una importante empresa de Silicon Valley lanza: "El condicionamiento a gran escala es esencial para la nueva ciencia de la ingeniería de masas del comportamiento humano". Larry Page declaró en 2016 al Financial Times: "Nuestro principal objetivo, es la sociedad. [...] Necesitamos un cambio revolucionario y no progresivo".

El CEO de Microsoft se deleitó en 2017 delante de una asamblea de sus desarrolladores: "Es una locura contemplar los progresos realizados a lo largo y ancho en nuestra sociedad, en nuestra economía; contemplar a que punto nuestra tecnología digital es invasiva". Concluyó su intervención instándoles a "cambiar el mundo". Y se le aplaude.

El CEO de la empresa china que creó el sistema de crédito social se congratula de que este "consiga que las malas personas no encuentren un lugar en la sociedad, mientras que las buenas pueden evolucionar libremente y sin obstáculos".

En junio de 2021, el Senado francés se extasió ante el modelo gubernamental chino en un informe prospectivo sobre el uso de las herramientas digitales con vistas a todas las apetitosas crisis que se avecinan.

Manteniendo el principio de que la "eficacia [de las herramientas digitales] está directamente relacionada con su intrusividad", los ponentes sugieren: "Finalmente, en las situaciones de crisis más extremas, las herramientas digitales podrían permitir ejercer un control eficaz, exhaustivo y en tiempo real del cumplimiento de las restricciones por parte de la población, acompañado, en su caso, de sanciones disuasorias, y basado en una explotación de los datos personales aún más derogatoria".

La cibernética nació como "ciencia del control y de la comunicación", como ciencia del control a través de la comunicación.

La cibernetización de todo es la gubernamentalización de todo.

El proyecto gubernamental sólo puede formularse tranquilamente como una utopía para el mundo porque su postulado humano ya se ha realizado en la existencia cotidiana.

Su presupuesto es que sólo hay relaciones de exterioridad a exterioridad.

De extrañeza a extrañeza.

Que, por tanto, todo es manipulación.

Que no hay en ninguna parte un vínculo consistente, sino sólo liantes y liados.

Es porque se empeña desde hace demasiado tiempo en hacer de nosotros unos extraterrestres que se puede ahora aspirar a colonizar el espacio.

Y plantear esto como una perspectiva de futuro.   

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 *traducción del primer apartado del capítulo que lleva por título El arte de gobernar sólo produce monstruos e incluido en el Manifeste Conspirationniste (Seuil, 2022)

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