Conclusión. El movimiento autónomo en Francia
La movida autónoma francesa se diferencia esencialmente de sus homólogas italiana y alemana por su carácter minoritario y marginal, al contrario que el resto de la extrema-izquierda que los Autónomos consideran integrado en el terreno político institucional. Al estar originada sobre una práctica, la movida autónoma está atravesada de ideologías antagonistas y contradictorias: anarquismo individualista, comunismo libertario, operaismo, maoísmo, «lumpenismo», consejismo, situacionismo, feminismo, o antimperialismo. De ello resultan diferentes concepciones de lo que es la autonomía.
La autonomía también puede
identificarse en función de las diferentes luchas, cada lucha afirma su propia
autonomía en relación con otras a partir de sus propias necesidades: autonomía
de los inmigrantes, autonomía de las mujeres, autonomía de los estudiantes,
autonomía de los parados, autonomía del movimiento okupa, etc. Al interior de
cada lucha, se va a ver también como se afirma la autonomía de cada grupo, en
tanto base fundamental del grupo autónomo. Pero la autonomía puede ir más allá
aun cuando cada individuo reivindica su propia autonomía con respecto a los
grupos: en este caso, muchos Autónomos no estaban en ningún grupo. La autonomía
se acerca entonces al anarquismo individualista. Pero más que oponer estas
diferentes autonomías, los Autónomos conciben más bien la autonomía proletaria
como una federación de estas diferentes autonomías. La autonomía proletaria
presupone la autonomía política respecto al Estado y al capitalismo, lo que es
lo mismo que el rechazo del marco legal y el rechazo de las relaciones
mercantiles. A partir de estos conceptos se desprenden las nociones de
«comunismo inmediato» y de gratuidad y su puesta en práctica a través de las
casas okupas y de las reapropiaciones.
Otro aspecto del movimiento es el
carácter generacional que permite explicar en parte la ruptura de 1980-1981.
Pero solo en parte ya que las causas de este derrumbe son más profundas. Parece
en efecto que el derrumbe del movimiento italiano bajo los golpes que asesta la
represión haya significado una auténtica consigna de repliegue para la primera
generación de autónomos franceses, los cuales deben hacer frente en concreto ya
desde 1979 a la llegada masiva de refugiados italianos. Es posible también que
la creación de Action Directe al mismo tiempo haya espantado a un
buen número de autónomos ante la sola perspectiva de resultar siendo un mero
engranaje entre la lucha armada y la represión que sigue el mismo camino que
con el movimiento italiano. Esta hipótesis permitiría explicar especialmente el
brutal abandono del movimiento por parte de los principales grupos que lo
componen hasta ese momento. Al revés, se puede suponer que el paso a
actividades cada vez más clandestinas se haya realizado en detrimento de la
presencia pública. Para algunos, parece ser también que la toxicomanía haya
desempeñado un papel en la disolución del movimiento. La llegada de la
izquierda al Poder confirma a continuación esta descomposición.
A partir de
esta época, no queda pues más que una pequeña red desorganizada de estudiantes
y de okupas parisinos cuyos protagonistas son muy jóvenes para haber realmente
conocido el movimiento de 1977. Mientras que el movimiento de 1977-1979 ha
podido juntar a dos mil autónomos, la movida de los años 80 nunca ha llegado a
reunir más de varios cientos de personas. Esta pequeña movida está
profundamente dividida entre anarquistas y «pro-situs». Carente de
una auténtica actividad política y sobre todo caracterizada por una apología de
la violencia, está además fuertemente gangrenada por la toxicomanía, en
particular por la heroína, principal causa de muchas muertes. A parte de
algunos disturbios, los autónomos de ésta segunda época pasan gran parte del
tiempo peleándose entre ellos. Puede tratarse de enfrentamientos entre
diferentes casas okupas, igual que de conflictos dentro de una misma casa
okupada.
En muchos aspectos, la movida de principios de los 80 parece más un
modo de vida que un movimiento político. Algunas actividades continuadas
permiten circunscribir esta forma de vida: la casa okupa, el robo, los
conciertos de rock alternativo, las peleas y los disturbios. Por su
funcionamiento, la movida se asemeja también a una tribu urbana, a los
autónomos les une una especie de cultura política underground que forma parte
de una cultura underground más extensa, fundamentalmente
musical, ligada al rock alternativo y al movimiento punk. Los autónomos se
incorporan también en parte al fenómeno de bandas juveniles. Este fenómeno ya
analizado por historiadores viene observándose en todas las épocas desde la
Antigüedad y parece que va ligado al modo de vida urbano.
Hay que preguntarse
además por la composición social de la movida autónoma. La movida está
principalmente constituida por dos grupos sociales que coinciden: los jóvenes y
los marginales. Desde un punto de vista sociológico e histórico, se podría
explicar entonces el movimiento autónomo recurriendo de un lado a las teorías
de la asignación de los jóvenes a las revueltas, y de otro lado sustituyéndola
en una historia más general de los marginales. Por lo que se refiere a los
autónomos que he entrevistado, diez de entre ellos (nueve hombres y una mujer)
han respondido a preguntas concernientes a su origen social rellenando un
cuestionario. El objetivo de este cuestionario era buscar correlaciones que
pudiesen llegar a explicar el compromiso de los individuos en la movida
autónoma. Este pequeño grupo de personas encuestadas no permite extraer una
conclusión generalizable, sino que puede simplemente servir para elaborar
algunas hipótesis a partir de las constataciones que se pueden seguir de este
grupo de individuos. A partir pues de estas constataciones expongo tres
hipótesis a propósito del compromiso en la movida autónoma. Primera hipótesis:
el hecho de tener padres comunistas o anarquistas. Este es el caso para tres de
las personas encuestadas: dos de entre ellas tenían un padre comunista, el
tercero un padre anarquista. Segunda hipótesis: el hecho de tener orígenes
judíos en su familia. Esta temática ha sido particularmente estudiada por Yair
Auron en un ensayo a propósito de los judíos de extrema-izquierda. Es el caso
de tres de los autónomos que han contestado al cuestionario; en el caso de uno
de ellos, los dos padres eran judíos42. De hecho,
abordó espontáneamente él solo esta cuestión a lo largo de la entrevista en el
momento de explicar su compromiso político43. Para el
segundo, es el padre el que era judío y comunista. En cuanto al tercero,
crecido en un medio católico, simplemente ha declarado que su madre era «de origen judío» (sin precisar
más). Última hipótesis: el hecho de haber crecido en un medio tradicionalista.
Es el caso de los miembros del grupo Marge que he
encuestado y que han mencionado este hecho al tener que explicar su recorrido
personal como reacción contra el medio de derechas católico del que provienen.
Cabe también preguntarse por la comparación con el movimiento alemán. Al
contrario que la movida francesa, a lo largo de los años 80 ha seguido un camino
de auténtica actividad política que le ha permitido llegar a reunir en el
momento más álgido hasta 20.000 autónomos. La distancia existente respecto a
las diferencias con el movimiento francés permite aclarar muchas de las
especificidades nacionales. El movimiento autónomo alemán en concreto es
resultado del trauma ligado a la herencia del nazismo, con la voluntad de
algunos jóvenes de poner en cuestión todas las estructuras de la sociedad
alemana como lo habían hecho antes de una forma un poco más diferente los de la
generación de los años 70. Este movimiento se inscribe además en el contexto de
la guerra fría, con un fenómeno de polarización contra el militarismo
occidental. El contexto francés, con su vieja herencia republicana y la
izquierda en el poder, es pues fundamentalmente de naturaleza bien diferente.
El movimiento alemán se ha beneficiado de una cultura más homogénea y de una
gestión más constructiva. Pero esta gestión más constructiva también ha
permitido a continuación al capitalismo alemán recuperarlo más fácilmente a
continuación44. Por fin, las diferencias entre los
movimientos franceses, alemanes e italianos resaltan la función institucional
de los partidos comunistas francés e italiano, así como la también
institucional extrema-izquierda francesa. Este carácter institucional de la
extrema-izquierda francesa puede explicarse principalmente por dos elementos:
de una parte el peso del trotskismo y, de otra parte, la herencia de cierta
tradición anarco-sindicalista ligada en parte a la francmasonería45.
Pese a las
debilidades y los límites del movimiento autónomo francés, éste aparece sin
embargo como el último sobresalto revolucionario antes del entierro definitivo
de la idea de revolución. Si los autónomos de los años 80 no tenían ya posibilidad
alguna de conducir una acción de tipo revolucionario, al menos su práctica
conllevaba una radicalidad subversiva. Algunos de esos que han elegido la lucha
armada pagan aún hoy el precio de ese compromiso político: Jean-Marc Rouillan,
Nathalie Ménigon, Georges Cipriani y Régis Schleicher siguen aún hoy
encarcelados46.