Matin d´un Blues

En otoño de 1977, algunos militantes de Camarades en torno a Bob Nadoulek abandonan el grupo en dirección a temáticas désirantes. Estos militantes abandonan entonces sus posiciones marxistas. El encuentro con los militantes de Marge se produce en enero de 1978 con la aparición de la revista «Matin d´un Blues», que se presenta de la manera siguiente, «‘Matin d´un Blues’, es un encuentro o más bien una serie de encuentros entre individuos aislados, gente rebotada de Camarades, compañeras que deambulan entre el feminismo, la autonomía y la gente de Marge. Encuentro que se ha hecho a partir de cierto discurso sobre la autonomía, pero que va más allá de todo esto (...) no se trata de una fusión, es un encuentro. Preservamos nuestra autonomía y luego ya se verá...».
Al igual que Marge, «Matin d´un Blues» desarrolla posiciones que podemos calificar de «lumpen», es decir que consideran el «lumpen-proletariado» como el principal sujeto revolucionario. De esta manera, para Jacques Lesage de la Haye, «el lumpen proletariado revela ser lo que realmente era desde hace tiempo: la chispa susceptible de hacer estallar la revolución. El margen no es nunca absoluto (...) pero arrastrando al obrero social, al obrero masa, puede poner fin a la hegemonía de los Estados capitalistas y totalitarios».
Matin d´un Blues le dedica también un espacio importante a la poesía, a la expresión artística, al imaginario y al erotismo, especialmente mediante dibujos y fotografía. Por ejemplo, este poema de Bob Nadoulek titulado «Matin d´un Blues» y que da nombre a la revista. Este poema es de hecho una metáfora musical de la revolución: «Viejos y sensuales rocks han provocado la revuelta en la inmensa humareda con que se drogan las guitarras (...) Todos los músicos se han reunido al caer la noche y al interior de las cavernas del jazz resuenan los ecos de un enorme complot destinado a fundir las monótonas aceras del kapitalismo (...) músicos autónomos armados de ofensivas claves de sol esperan la señal para la insurrección. Ya está, John Coltrane toca a la carga...».
Matin d´un Blues ofrece originalidad y diversidad dentro de la Autonomía. Así como esta definición geográfica de Jean-Pierre Cerquant: «la autonomía está en todos los puntos que te pertenecen (...). El porvenir de la autonomía es desplazarse como le apetezca a quien quiera (...). La autonomía es lo contrario del judío errante. Es un hombre o una mujer que rechazan ser capturados, expulsados, expropiados, desplazados, secuestrados. Es el Bárbaro, el Tártaro, el Vikingo, aquel que osa decir: «ahí donde esté yo, estará mi casa». La autonomía debe revisar su noción de las distancias. Debe estar presente. Por todos lados. Desayunará en Strasbourg, almorzará en Frankfurt, y cenará en Berlín. Tendrá una habitación de hotel en Brest, una amiga en Toscana y un amante en Zanzíbar».
En 1979, Bob Nadoulek publica la segunda parte de «Violencia al hilo de Ariadna» (publicada en 1977), con una novela titulada «El Iceberg de los autónomos». Bob Nadoulek construye un balance teórico y filosófico de su recorrido político en el movimiento autónomo. Para Bob Nadoulek, la revolución es imposible: el capitalismo solo puede seguir hacia el liberalismo o una guerra imperialista: «no puede haber alternativa formal cualitativamente diferente a este sistema, solo enclaves de luchas y de vida donde el calificativo está lleno de la ambivalencia fuerza/ fragilidad de lo aleatorio», «¿Entonces que esperanza de lucha? Ninguna. (...) La única cuestión interesante es saber cómo pelear». Bob Nadoulek termina su libro con esta conclusión: «se ha evaporado el recuento de algunos lugares de la radicalidad (okupas, radios libres, reapropiaciones, etc.) que justificaban alguna que otra esperanza de salidas puntuales de la lucha frente a la crisis. Algunas certezas han basculado con la salida de estas mismas luchas que han naufragado en la misma debacle práctica que la unión de izquierdas. Lo que lleva a representar los espacios de lucha más como una salida colectiva o individual de vida cotidiana que como una alternativa meramente puntual. (...) Pero quedan dos cosas consolidadas. Una voluntad subjetiva de lucha que continúa apuntando hacia esos espacios de lucha puntualmente ‘liberables’, sin otras ilusiones que una voluntad de vida y una exigencia de fineza, de sutilidad (...) De todas maneras, aun así pelearemos, no porque creamos poder ganar, sino porque amamos el movimiento, la velocidad, porque sentimos una fiebre ingobernable...».

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