Los colectivos de mujeres
Mientras que las «Femmes de l’Autonomie» defienden la
mezcolanza en la lucha, «La Rumeur» defiende la posición contraria: «¡No somos
y nunca seremos las mujeres de los autónomos sino mujeres autónomas! (...) soy
una mujer y en cuanto que tal me afecta a mi particularmente. Quiero conservar
esta particularidad y es por eso que rechazo la mezcla militante (sin rechazar
las acciones comunes a partir del momento en el que yo siga siendo yo). (...)
El problema que se me ha planteado es saber si en tanto que mujer la revuelta
puede ser violenta debe ser la de esos hombres con los que no pasaría un día de
mi vida tanto se parecen o son idénticos a todo eso que combato en mi lucha por
mi identidad. (...) mi revuelta puede coincidir con la lucha de los hombres en
la medida en el que no es cuestión de que me ADAPTE a algo, sino más bien de
crear en el momento justo un tipo de lucha que será también el mío en el fondo
y en la forma de la acción».
En su edición con fecha de 15 de enero de 1978, Libération
publica una «entrevista con mujeres autónomas» bajo el título de «Mujeres en la
autonomía». Las periodistas de Libération presentan así su artículo: «En el
seno de la autonomía, la mayoría no se reivindican, antes de nada, como
mujeres. Existe un grupo sin embargo, entre quince y cuarenta, que en todas
las reuniones, situándose aún sobre el terreno de la autonomía piensa tener que
vivir o luchar de forma separada a los hombres. Según la acción proyectada,
sin que por eso deba ser sistemática. Incluso si no representan un movimiento
mayoritario, expresan una práctica que pone también en cuestión a los grupos
feministas y a la autonomía. Durante una AG autónoma, después de algunas intervenciones
brutales y contradictorias sobre las mujeres, lanzadas por sus compañeros
autónomos, estas mujeres han decidido actuar por su cuenta».
Preguntadas por las razones que les han empujado a
juntarse entre mujeres, las chicas entrevistadas por Libération responden: «no
es por el sexismo, a nosotras nos da igual el sexismo, si nos hemos separado no
es para hablar de eso, sino que es para pensar y actuar en torno a la violencia
y todo lo que nos atraviesa. Queríamos abordar todo lo que ha sido dejado de
lado por el movimiento de mujeres: nuestra violencia y otra aproximación de
«la» política. El movimiento de mujeres ha dejado a los tíos la palabra
política, limitándose a hablar del aborto, etc. (...) hay que volver sobre un
análisis político entre mujeres. Ver lo que nos atraviesa, en nuestra sensibilidad
como mujeres». La periodista de Libération, M.O. Delacour, no precisa si
transcribe aquí las declaraciones de una o de varias personas. Más adelante en la
entrevista, estas chicas autónomas explican que las mujeres, los homosexuales
y los inmigrantes han sido las primeras categorías en plantear el problema de
la autonomía política, en este caso la cuestión de la autonomía de cada lucha
en relación al resto del movimiento social. Este punto es importante ya que
subraya todas las confusiones que conllevan las diferentes referencias al
concepto de autonomía. No se trata aquí solo de la autonomía de la lucha del
proletariado en relación con el Estado, al capital, a los partidos y a los
sindicatos. Más allá de la cuestión de la autonomía de la lucha de las mujeres,
estas chicas reivindican la autonomía de cada grupo en relación a la lucha: «no
actuar más en función de un movimiento de masas, ya que esto no se corresponde
ya más a nuestra realidad».
A partir de febrero de 1979 aparece un periódico de
mujeres autónomas: «Jamais Contentes!». El dibujo de la portada del número 1
resume a la perfección la condición femenina: un ama de casa en delantal, con
una escoba en una mano y un recién nacido en la otra, un cubo y una bayeta a
sus pies, diciendo: «no sé por qué iba a estar contenta y es que además no
tengo tiempo...». «Jamais Contentes» se define como un «collectif de femmes
dans l’Autonomie». Por la dirección que figura en el periódico (3 rue du
Buisson Saint-Louis) se puede deducir que este grupo de mujeres participa en el
inter-collectif de Camarades. Los temas que aquí se desarrollan (lucha contra
el trabajo y por un salario femenino) parecen confirmarlo.
La temática de la lucha contra el trabajo es desarrollada
en un artículo que lleva por título «Del hogar a la fábrica. La lucha contra el
trabajo». Para las Jamais Contentes, las tareas domésticas ya son un trabajo y
el trabajo asalariado es un segundo trabajo para la mujer:
«Los gobiernos, las empresas (...) nos proponen (...) trabajar
dos veces. (...) ¡¡Esta es su solución, no la nuestra!! ¡¡Ese es su interés, no
el nuestro!! Para afirmarnos, necesitamos un SALARIO, solo, puede procurarnos
una relativa autonomía financiera, al no ser el trabajo más que un medio, un
deplorable medio». Las Jamais Contentes proponen de esta manera como ejes de la
lucha «–organizarse rechazando colectivamente las argumentaciones del alquiler
y fijar el precio de ese alquiler con el resto de inquilinos –exigir el
transporte gratuito y no solo para ir a trabajar –juntarse en su barrio para
imponer un precio a la comida –exigir dispensarios y centros de interrupción
voluntaria del embarazo y de contracepción –organizarse para descontarse el
precio del gas, de la electricidad, de la calefacción con sus vecinos, igual
que descontarse los impuestos locales».
El colectivo de las Jamais Contentes parece haber
desaparecido en 1980. Stéphane recuerda también a las «Carrément méchantes». Es
muy probable que se trate del mismo grupo. Según Stéphane, las Carrément
Méchantes tenían abierto en 1980 una okupa (mixta) en la esquina de los
bulevares Strasbourg y Saint-Denis, es decir cerca de un conocido lugar de
prostitución. Se puede pues plantear la hipótesis que estos militantes eran
movidos por la voluntad de establecer contactos con las prostitutas. Stéphane
recuerda sobre todo la radicalidad del discurso de estas militantes: «Me
acuerdo de un eslogan, decía algo así como: ‘Devenir lo mismo que un hombre, es
realmente una muestra de poca ambición’». Según él, la okupa de las Carrément
Méchantes fue desalojada hacia 1982. En los años que siguen, no se vuelve a
encontrar ningún indicio de colectivos de mujeres autónomas.