Los colectivos de mujeres


La aparición de «L’Officiel de l’autonomie» durante el mes de noviembre es la ocasión de hacer el punto sobre la situación de las mujeres en el movimiento autóno­mo. Se publican cuatro textos en la rúbrica «Femmes et autonomie»: el primero es firmado por «des femmes de l’Autonomie», los dos siguientes por «La Rumeur» y el cuarto por el «Collectif Autonome travailleuses». Las «Femmes de l’Autonomie» escriben: «no se trata para nosotras de formar un grupo autónomo de mujeres. Otro movimiento de estilo MLF no nos interesa. No queremos ser «antitíos», sino más bien afirmar nuestra existencia en tanto que mujeres con una práctica políti­ca, una necesidad de lucha, una capacidad de violencia. No queremos dividir el movimiento en dos campos: tíos y tías (...), lo que no haría sino acentuar el proceso capitalista de división, sino afirmar nuestra presencia en su seno y darle una nueva fuerza. Queremos tener una práctica común, mixta; para eso nos parece im­portante (...) llevar a los tíos a participar en las luchas que hasta ahora solo eran dirigidas a las mujeres y de las que estas se reapropiaban en su propio ghetto». Es­tas mujeres concluyen su texto con esta consigna: «La revolución será feminista o no será, las feministas serán revolucionarias o no serán».


Mientras que las «Femmes de l’Autonomie» defienden la mezcolanza en la lucha, «La Rumeur» defiende la po­sición contraria: «¡No somos y nunca seremos las muje­res de los autónomos sino mujeres autónomas! (...) soy una mujer y en cuanto que tal me afecta a mi particu­larmente. Quiero conservar esta particularidad y es por eso que rechazo la mezcla militante (sin rechazar las ac­ciones comunes a partir del momento en el que yo siga siendo yo). (...) El problema que se me ha planteado es saber si en tanto que mujer la revuelta puede ser violenta debe ser la de esos hombres con los que no pasaría un día de mi vida tanto se parecen o son idénticos a todo eso que combato en mi lucha por mi identidad. (...) mi revuelta puede coincidir con la lucha de los hombres en la medida en el que no es cuestión de que me ADAPTE a algo, sino más bien de crear en el momento justo un tipo de lucha que será también el mío en el fondo y en la forma de la acción».

En su edición con fecha de 15 de enero de 1978, Libé­ration publica una «entrevista con mujeres autónomas» bajo el título de «Mujeres en la autonomía». Las perio­distas de Libération presentan así su artículo: «En el seno de la autonomía, la mayoría no se reivindican, an­tes de nada, como mujeres. Existe un grupo sin embar­go, entre quince y cuarenta, que en todas las reuniones, situándose aún sobre el terreno de la autonomía piensa tener que vivir o luchar de forma separada a los hom­bres. Según la acción proyectada, sin que por eso deba ser sistemática. Incluso si no representan un movimien­to mayoritario, expresan una práctica que pone también en cuestión a los grupos feministas y a la autonomía. Durante una AG autónoma, después de algunas inter­venciones brutales y contradictorias sobre las mujeres, lanzadas por sus compañeros autónomos, estas mujeres han decidido actuar por su cuenta».

Preguntadas por las razones que les han empujado a juntarse entre mujeres, las chicas entrevistadas por Libé­ration responden: «no es por el sexismo, a nosotras nos da igual el sexismo, si nos hemos separado no es para hablar de eso, sino que es para pensar y actuar en torno a la violencia y todo lo que nos atraviesa. Queríamos abor­dar todo lo que ha sido dejado de lado por el movimien­to de mujeres: nuestra violencia y otra aproximación de «la» política. El movimiento de mujeres ha dejado a los tíos la palabra política, limitándose a hablar del aborto, etc. (...) hay que volver sobre un análisis político entre mujeres. Ver lo que nos atraviesa, en nuestra sensibili­dad como mujeres». La periodista de Libération, M.O. Delacour, no precisa si transcribe aquí las declaraciones de una o de varias personas. Más adelante en la entrevis­ta, estas chicas autónomas explican que las mujeres, los homosexuales y los inmigrantes han sido las primeras categorías en plantear el problema de la autonomía po­lítica, en este caso la cuestión de la autonomía de cada lucha en relación al resto del movimiento social. Este punto es importante ya que subraya todas las confusio­nes que conllevan las diferentes referencias al concepto de autonomía. No se trata aquí solo de la autonomía de la lucha del proletariado en relación con el Estado, al capital, a los partidos y a los sindicatos. Más allá de la cuestión de la autonomía de la lucha de las mujeres, estas chicas reivindican la autonomía de cada grupo en relación a la lucha: «no actuar más en función de un movimiento de masas, ya que esto no se corresponde ya más a nuestra realidad».

A partir de febrero de 1979 aparece un periódico de mujeres autónomas: «Jamais Contentes!». El dibujo de la portada del número 1 resume a la perfección la con­dición femenina: un ama de casa en delantal, con una escoba en una mano y un recién nacido en la otra, un cubo y una bayeta a sus pies, diciendo: «no sé por qué iba a estar contenta y es que además no tengo tiem­po...». «Jamais Contentes» se define como un «collec­tif de femmes dans l’Autonomie». Por la dirección que figura en el periódico (3 rue du Buisson Saint-Louis) se puede deducir que este grupo de mujeres participa en el inter-collectif de Camarades. Los temas que aquí se desarrollan (lucha contra el trabajo y por un salario femenino) parecen confirmarlo.

La temática de la lucha contra el trabajo es desarro­llada en un artículo que lleva por título «Del hogar a la fábrica. La lucha contra el trabajo». Para las Jamais Contentes, las tareas domésticas ya son un trabajo y el trabajo asalariado es un segundo trabajo para la mujer: 

«Los gobiernos, las empresas (...) nos proponen (...) tra­bajar dos veces. (...) ¡¡Esta es su solución, no la nuestra!! ¡¡Ese es su interés, no el nuestro!! Para afirmarnos, nece­sitamos un SALARIO, solo, puede procurarnos una re­lativa autonomía financiera, al no ser el trabajo más que un medio, un deplorable medio». Las Jamais Contentes proponen de esta manera como ejes de la lucha «–orga­nizarse rechazando colectivamente las argumentaciones del alquiler y fijar el precio de ese alquiler con el resto de inquilinos –exigir el transporte gratuito y no solo para ir a trabajar –juntarse en su barrio para imponer un precio a la comida –exigir dispensarios y centros de interrupción voluntaria del embarazo y de contracep­ción –organizarse para descontarse el precio del gas, de la electricidad, de la calefacción con sus vecinos, igual que descontarse los impuestos locales».

El colectivo de las Jamais Contentes parece haber desaparecido en 1980. Stéphane recuerda también a las «Carrément méchantes». Es muy probable que se tra­te del mismo grupo. Según Stéphane, las Carrément Méchantes tenían abierto en 1980 una okupa (mixta) en la esquina de los bulevares Strasbourg y Saint-De­nis, es decir cerca de un conocido lugar de prostitución. Se puede pues plantear la hipótesis que estos militantes eran movidos por la voluntad de establecer contactos con las prostitutas. Stéphane recuerda sobre todo la ra­dicalidad del discurso de estas militantes: «Me acuerdo de un eslogan, decía algo así como: ‘Devenir lo mismo que un hombre, es realmente una muestra de poca am­bición’». Según él, la okupa de las Carrément Méchantes fue desalojada hacia 1982. En los años que siguen, no se vuelve a encontrar ningún indicio de colectivos de mujeres autónomas.

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