TOMAR OTRO CAMINO
Con cada movimiento social, avanzamos de derrota en derrota. Sin embargo, nadie se engaña. La base social de la creencia en la política o en las conquistas sociales es cada vez más débil. La situación actual es especial en el sentido de que cuanto más nos movilizamos para defender estas conquistas sociales, más atrapados estamos, entregados a la simple impotencia. Nuestros enemigos nos están sometiendo una vez más. Dejemos claro quiénes son: el gobierno y su policía, las multinacionales y los bancos que devastan nuestras vidas por la salud de la economía, pero también las centrales sindicales que se alimentan de nuestra angustia. Por lo tanto, la trampa es estrecha y salir de ella no es una tarea fácil. Hemos recibido muchos golpes en los últimos cuatro años entre los confinamientos y los toques de queda, el pase sanitario, la inflación, la amenaza de una tercera guerra mundial, etc. ¡Nos tienen cogidos por el cuello! Es difícil querer pelear cuando tienes que llenar la nevera.
Este es el triunfo de nuestros enemigos: agotarnos desplazándonos como zombis del punto A al punto B, vaciándonos de toda vitalidad y llevándonos a no querer más nada, a perder la simpatía por nuestros seres queridos. Porque si hay una consistencia en estas manifestaciones contra la reforma de las pensiones, aparte de algunas energías aquí y allá y algunos momentos más o menos animados, es la falta de impulso. Por lo tanto, nos encontramos rendiéndonos una vez más, dejando un mundo podrido hasta la médula y teniendo que disculparnos nuevamente con nuestros hijos con la hipocresía de ordenarles que contribuyan a él de todos modos. Todo esto no hace más que mostrar nuestra cobardía.
Aun así, podemos tomar nuestro coraje con ambas manos. Algunos ya han demostrado que debemos seguir su ejemplo e intentar una vez más cambiar el curso de las cosas. No hace mucho tiempo, se vestía con un chaleco amarillo que algunas personas probaban suerte. Tal vez podamos hacer lo mismo, ciertamente de manera diferente, pero al menos intentarlo. A no tener más vergüenza de mirarnos en el espejo, a dejar de ser hipócritas con nuestros hijos y con nosotros mismos. El trabajo nos ha dañado mucho y algunos de nosotros nunca veremos la jubilación. Entonces, ¿por qué seguir mintiéndose unos a otros? ¡No vamos a caminar hasta la muerte! Es como si quisiéramos correr por nuestros seres queridos y compartir más con ellos, conocer a nuestros vecinos, ver que tenemos más cosas en común de las que pensamos. Como decían nuestros mayores "no hay que fiarse de las apariencias", somos más profundos de lo que parece a primera vista. Nuestras diferencias no son debilidades, al contrario, son nuestra fortaleza.
Entonces, ¿por qué no tratar de negarse a la marcha fúnebre de la manifestación y tomar otra ruta, y por qué no varias? Somos más inteligentes de lo que el gobierno y los medios de comunicación piensan, y sabemos exactamente a dónde ir. Hay varios caminos posibles y somos suficientes para tomarlos todos. Esta es una modesta invitación a viajar. Un poco de curiosidad nunca está de más.
Unos padres