"Si he entendido bien su pregunta, tengo que responderle que no, porque "izquierda" significa un comportamiento y una ideología particulares, separados y separadores: en resumen, una "política". Por mi parte, intento ser revolucionario, y a veces lo consigo. Y la revolución social, la revolución comunista, no tiene nada que ver con la política, de hecho será, y ya es en su excavación diaria, su negación, como superación radical y abolición del pensamiento muerto acumulado; y la política es en cualquier caso pensamiento de poder, presente o deseado, y es por tanto pensamiento administrativo (así como práctica), compulsión a la supervivencia. ¿Cuál es el objetivo político incluso de los escaños revolucionarios? La toma del poder por una clase determinada, la clase obrera, quizá gestionada por un partido que dice hablar en su nombre. Pues bien, el proyecto verdaderamente revolucionario, comunista, es la destrucción de todo poder, la reapropiación por los hombres de su humanidad, de sus vidas ahora esclavizadas al capital y vaciadas de sentido real, no mercantilizado. Del mismo modo que la meta del movimiento real tendente al comunismo es la realización del Gemeinwesen marxiano (es decir, el concepto de la esencia de la comunidad humana, que intentamos traducir hace algún tiempo como Comontismo) mediante la supresión del mundo dividido en clases, lo que conlleva también, y esto es evidente, la autonegación del proletariado como clase particular. Hoy, los que se mueven teórica y prácticamente por la revolución mundial son la clase universal, la clase humana; que sólo puede ser enemiga de la política y de sus manipulaciones".
*Una experiencia más allá de la política [Un’esperienza oltre la politica, in Emina Cevro-Vukovic (a cura di), Vivere a sinistra. Vita quotidiana e impegno politico nell’Italia degli anni ’70. Un’inchiesta, Arcana, Roma, 1976, pp. 97-98].